La alteridad como respuesta educativa frente a la exclusión social
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2018Publicado en:
Revista complutense de educación. 2018, v. 29, n. 4 ; p. 1237-1251Resumen:
Es necesario abordar seriamente problemas como el fracaso y el abandono escolar, ya que si se ignoran la exclusión educativa terminará siendo sinónimo de pobreza y de exclusión social. Pero las soluciones a estos retos y amenazas que acechan a la educación y a la sociedad en su conjunto requieren nuevos planteamientos que aborden esta problemática de manera más rigurosa. Es indispensable pensar la educación desde presupuestos radicalmente diferentes que hagan posible que el escenario escolar deje de ser un espacio productor de desigualdad. Con el objetivo de avanzar hacia una sociedad menos discriminatoria y excluyente, se parte de la ética levinasiana y se propone un modelo centrado en la alteridad pedagógica. Una ética de la compasión y de la responsabilidad que se materializa en la recuperación de las ¿víctimas¿, en este caso los excluidos o descartados. Educar para la inclusión implica necesariamente responder del otro como alguien concreto, vulnerable y necesitado. Desde esta nueva perspectiva, la dimensión ética de la educación se ve reflejada en un estilo de vida guiado por los valores morales dentro y fuera de las aulas.
Es necesario abordar seriamente problemas como el fracaso y el abandono escolar, ya que si se ignoran la exclusión educativa terminará siendo sinónimo de pobreza y de exclusión social. Pero las soluciones a estos retos y amenazas que acechan a la educación y a la sociedad en su conjunto requieren nuevos planteamientos que aborden esta problemática de manera más rigurosa. Es indispensable pensar la educación desde presupuestos radicalmente diferentes que hagan posible que el escenario escolar deje de ser un espacio productor de desigualdad. Con el objetivo de avanzar hacia una sociedad menos discriminatoria y excluyente, se parte de la ética levinasiana y se propone un modelo centrado en la alteridad pedagógica. Una ética de la compasión y de la responsabilidad que se materializa en la recuperación de las ¿víctimas¿, en este caso los excluidos o descartados. Educar para la inclusión implica necesariamente responder del otro como alguien concreto, vulnerable y necesitado. Desde esta nueva perspectiva, la dimensión ética de la educación se ve reflejada en un estilo de vida guiado por los valores morales dentro y fuera de las aulas.
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